Según el cristal con que se mira.
- israelsilveira9
- 15 feb 2021
- 2 Min. de lectura
En el origen del padecimiento psíquico no sólo hay fijaciones y trauma. También hay concepciones acerca de la realidad que hacen del síntoma, un padecimiento. Aquello que en una época fuera motivo de intenso sufrimiento psíquico y desajuste social, hoy quizá sólo sea una modalidad de goce entre otras.
La realidad es una construcción de la que participamos todas y todos. Femenidad, masculinidad, maternidad, etc., son estructuras de una sociedad determinada, en un determinado momento histórico, que regulan nuestro comportamiento, nos preexisten y de alguna manera se nos imponen en un largo proceso de socialización. Esas instituciones, en sentido amplio, tienen un componente fantasmático, y también un componente político e ideológico, que sirven al propósito de la dominación de algunos/as sobre otros/as.
¿A qué y quién ha beneficiado e incluso aún beneficia que hombres y mujeres nos concibamos de una manera determinada? ¿Qué privilegios se perpetúan con las formas en que contruimos nuestra cotidianidad? El tema es muy complejo para esta publicación.
Lo cierto es que reconocerse como sujeto, en nuestra implicación, nos permite reflexionar sobre el hecho de que las cosas efectivamente son como son, pero podrían ser de otra manera diferente, más justa e igualitaria. Entonces, ¿por qué no tenemos un mundo mejor en que todas y todos tengamos la posibilidad de disfrutar más de nuestro tiempo de vida? No es tan fácil, porque implica conmover esa estructura que supone privilegios para unos/as y desventajas para otros/as, en que se apoyan los primeros. La realidad será otra en la medida en que la concibamos otra, porque la forma en que nos la representamos es al mismo tiempo, una forma de recrearla. Se trataría de lograr consensos respecto de lo que la realidad es y lo que debería ser. Es una cuestión de la política. El psicoanálisis es una política de la singularidad. El psicoanalista o la psicoanalista que hace bien su trabajo lleva el respeto por la diversidad a su máxima expresión, a lo irreductible de la singularidad del sujeto. El psicoanálisis no va a cambiar el mundo, pero sí puede proveer a que algunas personas, aquellas que asuman el riesgo de ver la realidad con otros ojos, puedan darle otro sentido a su padecimiento.
El Psicoanálisis no busca que el sujeto se adapte a su realidad, más bien le propone reposicionarse respecto de ella a partir de ver en cuánto su síntoma interpela la forma en que ve y al mismo tiempo construye, esa realidad que lo habita.








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